El origen de las palabras es cuanto menos, curioso. Cada una de ellas, cuenta con una historia detrás que merece la pena conocer. En el caso de bidet, se trata de una palabra que trae consigo una historia un tanto atípica. Así, proviene del francés <<bidet>>, caballito. Esta mención relativa a este animal equino no es casualidad, puesto que se le asoció por la postura que se empleaba durante su utilización. Se le puso este nombre por cómo se debían sentar las personas para hacer uso de él, con las piernas abiertas.
Se trata de una forma de limpieza muy efectiva del ano y la zona perianal. Sin embargo, también es cierto que se puede hacer uso de él para lavarnos los pies. Lo cierto es que es un accesorio que está muy presente en distintos países europeos. Por ejemplo, Portugal, España y Grecia destacan frente al resto de países del continente europeo en cuanto a su uso.
Además, también está presente en varios países que conforman el continente de América del Sur. En Argentina, Uruguay y Paraguay es muy común encontrar un bidet en los hogares. Si hablamos del continente asiático, debemos hacer referencia a un uso mucho más extendido, ya que en países como Japón, se pueden encontrar no solo en las casas, sino también en aseos públicos.
Actualmente, asistimos a una diferenciación a la hora de utilizar el bidet, puesto que gracias a Idrospania, es posible abandonar esa postura arcaica que recordaba al hecho de montar un caballo. Ahora, basta con incluirlo en tu baño y como si fuese una ducheta, es posible limpiar en profundidad los lugares más íntimos del cuerpo.